__________36 años después
__________David Flores-Hora
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_Texto original aparecido en:
Flores Hora, David. (19 de diciembre de 2012). 36 años después. Diario 16, p. 11.
_Comentario coyuntural sobre el Premio Nacional de cultura otorgado a Christian Bendayán y las declaraciones sobre Joaquín Lopez Antay de Fernando de Szyszlo.
_Edición: Cecilia Podestá.
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La semana pasada se entregó el Premio Nacional de Cultura al pintor Christian Bendayán. Me llamó mucho la atención que en la propia ceremonia de premiación Bendayán recordará la figura de Joaquín López Antay, y toda la polémica que se generó en 1976, cuando se le otorgó el Premio Nacional de Cultura a este artista ayacuchano. En ese momento, quizá el debate más intenso en las artes visuales de todo el siglo XX, se puso en cuestión términos como “artista” y “artesano”.
Pienso en lo importante, y atinado, que es el premio otorgado a Bendayán, pienso en su excelente discurso, pienso en López Antay, y toda esta importante reflexión acaba inmediatamente después de leer la entrevista que hace el periodista Ernesto Carlín al pintor Fernando de Szyszlo. Como siempre, y como casi todo lo que dice este artista, sus declaraciones son cuestionables. Cuando Carlín le preguntó por Lopez Antay él dice: “Es un artista popular maravilloso”, sin embargo, agregó que “no hay que mezclar las cosas”. Luego continúa: “Usted no mete caballos de pura raza con carros de fórmula uno. Un Ferrari es precioso como un caballo de raza, pero no hay por qué mezclarlos. Son mundos ajenos”.
Es lamentable que 36 años después posiciones sesgadas se mantengan en quien para algunos es el artista peruano más importante del siglo XX. No puedo dejar de leer esta entrevista y no recordar una nota al pie de página del Historiador del Arte Alfonso Castrillón cuando en su libro ¿El ojo de la navaja o el filo de la tormenta? (Universidad Ricardo Palma, 2001) habla de la polémica sobre el premio a Lopez Antay y dice: “En relación a las determinaciones sociales que expongo en el párrafo, me ratifico (hoy marzo del 99) en ellas, con una salvedad, mi convencimiento de que la lucha se dio entonces, no entre clases diferentes, sino entre segmentos conservadores y segmentos progresistas de una misma clase burguesa a la que pertenecíamos todos los que polemizábamos” (pág. 146). Estoy totalmente de acuerdo con esta aclaración. La gran característica del arte peruano es justamente la lucha de clases.
Si hay una diferencia entre el arte y la artesanía es la libertad, la idea de hombre libre. Desde el momento que López Antay modificó el Cajón de San Marcos y lo convirtió en el Retablo Ayacuchano el concepto de arte universal cobró sentido. En cuestionable el discurso de un pintor cuyas posturas se quedaron en la polémica de los setentas y en el cajón con naftalina.
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